Tienen el poder y lo van a perder

Daniel López ("El Negro") era un jugador discreto salido de una provincia. La reciedumbre de sus piernas -un muchacho sin talento para desbordes o enganches- le permitieron ubicarse en la oncena titular de Coquimbo Unido, obedeciendo mansamente las instrucciones del DT. El Negro era una molestia para los rivales, insistente en la marca y aguerrido en las pelotas divididas.

Algo de eso vio otro club, esta vez de Santiago, y lo fichó a cambio de un mejor sueldo, la notoriedad de vestirse con ropa de marca y un auto mejor. En todo caso, Daniel López sabía cuando entraba a la cancha que nadie le pedía pases al vacío ni goles, así que se mantuvo fiel a sí mismo y saltó con los codos en ristre muchas veces, empujó rivales, tomó camisetas y trancó al filo -muchas veces más allá- del reglamento. Hizo un par de campañas ahí, quizás una participación en copas internacionales en que nunca se llevó el mérito que está reservado a los goleadores y los talentosos, y luego de un tiempo de deambular por la provincia, se retiró tan silencioso como llegó.

Nadie lo extrañó, porque siempre hay otro chico de pocas palabras y voluntad marcial que quiere desbancar rivales y obedecer al DT. Se supo que los compañeros nunca lo quisieron realmente porque era un peligro negociando los premios y un acuerdo entre López y los dirigentes siempre perjudicaba al resto del plantel, sobre todo los cadetes recién ascendidos.

Hace poco le cancelaron la tarjeta de crédito. Su ex mujer debe pagar la deudas y sus hijos no lo ven hace rato. Daniel Jr ha pensado seriamente que quiere cambiarse el nombre para que no le digan más: "te llamas Daniel López, ah, como ESE Daniel López".