Siendo hincha del Más Popular, ¿cómo podría negar que Salas me cargaba? Me parecía un jugador contrahecho, lauchero, individualista y claramente por debajo de la media.

En esto, evidente, había un poco de falsedad, otro poco de verdad y una dosis importante de hinchismo. Un trastorno dismórfico que le quita todos los méritos al rival y se los agrega a los propios.

Falsedad, porque Salas debutó bien, siguió en ascenso y, la verdad sea dicha, no fue nunca una sorpresa. Verdad, porque en Chile le vimos los años menos sustantivos de la carrera (que a mi entender se hizo enorme en River). Hinchismo porque Salas está asociado a la mejor época de un equipo como la chile.

Pero el hinchismo entra en crisis cuando el tipo le hace el 1-0 a Uruguay por la eliminatoria 1998. Ese partido era una tortura, pasaba la hora y Rozental se perdía los goles. Pasaba la hora y aunque los yoruguas no hacían daño, no había cómo darles. Hasta que Salas la echa adentro y por fin el aire pasaba más liviano. Y así juntó goles memorables: el del Wembley, el 2-1 a Italia, uno increible a los brasileros en la eliminatoria 2002. En fin, tantos. Seguir con la tontera de mirarlo como chuncho -que lo es- era simple neurosis.

Salas es de lo poco que tenemos en común en este país. Una categoría aparte, muy escasa, de jugadores que están más allá de la camiseta. Elías, Iván y Salas.

Cuando dicen "a Chile le falta un jugador excluyente" le faltan el respeto a un crack. Cuando los rivales lo miran por debajo del hombro, están equivocados. Si ud cree que el 1-0 en el Centenario es por el pase de Villanueva, la próxima vez que juegue a la pelota TRATE de ganarle a la defensa y al arquero de palomita. Ahí va a ver que el gol es de Salas. La próxima vez que diga "ya no anda Salas", acuérdese: hay gente que no muere, no va ni vuelve, está siempre donde tiene que estar.

(Y cuando vea un cabro que está empezando ese camino largo, apueste por él).